viernes, 20 de septiembre de 2024

¿Y si el problema no fuera el combustible, sino el mantenimiento?

En los últimos años, la electrificación del parque automovilístico ha sido presentada como la gran solución para reducir el impacto ambiental del transporte. Sin embargo, mientras que el coche eléctrico parece emerger como la única alternativa "verde", existe otro debate menos visible pero igual de relevante: ¿y si el verdadero problema de los vehículos de combustión no fuera el combustible que utilizan, sino el mantenimiento que reciben?

La evolución de los motores de combustión y sus sistemas anticontaminación

A lo largo de las últimas décadas, los motores diésel y de gasolina han experimentado importantes avances tecnológicos que han reducido de manera significativa sus emisiones contaminantes. Desde los primeros modelos de coches hasta los motores actuales, como los de inyección directa (GDI), la industria ha invertido miles de millones en el desarrollo de tecnologías como las válvulas EGR, los filtros de partículas, los catalizadores y los sistemas SCR para reducir las emisiones.

Sin embargo, el principal obstáculo es que muchos conductores no tienen pleno conocimiento de estos sistemas y de su correcto mantenimiento. Por ejemplo, no es raro que un propietario se entere de que su coche tiene un filtro de partículas cuando aparece una advertencia en el tablero indicando que está saturado. Este desconocimiento sobre la importancia del mantenimiento preventivo es uno de los factores que aumentan el impacto ambiental de los vehículos de combustión.

¿Por qué es crucial el mantenimiento continuo?

El mantenimiento adecuado de un vehículo de combustión no solo puede reducir su impacto ambiental, sino también mejorar su rendimiento general y alargar su vida útil. Cuando llega el momento de pasar la ITV, nos apresuramos a bajar las emisiones y cumplir con los estándares legales. Sin embargo, si en lugar de enfocarnos solo en ese momento, mantuviéramos las emisiones bajo control durante todo el año, los beneficios serían mayores:

Ahorro en reparaciones: El mantenimiento adecuado evita problemas graves en componentes costosos como las válvulas EGR y los colectores de admisión.

Reducción del consumo de combustible: Un motor bien mantenido consume menos combustible, lo que se traduce en ahorro para el propietario.

Emisiones siempre dentro de los límites legales: Mantener las emisiones bajo control no solo para la ITV, sino de forma continua, ayuda a cumplir con las normativas medioambientales.

Evitar problemas con la ITV: Un mantenimiento constante minimiza las posibilidades de rechazo en la inspección técnica.

Todo esto ayuda a que el vehículo funcione de manera más eficiente, con emisiones y consumos lo más cercanos posible a los valores teóricos para los que fue diseñado.

Recomendaciones de mantenimiento preventivo

Desde BG Products, partner de ASBOC, recuerdan una serie de buenas prácticas de mantenimiento preventivo que ayudarán a los talleres mecánicos a ofrecer un servicio de mayor calidad y conciencia ambiental:

  • Limpieza interna del motor: Aplicar el 109 EPR de BG en cada cambio de aceite para mantener los anillos del pistón y el sistema de lubricación limpios. Esto mejora la compresión, evita la contaminación del aceite por combustible y reduce las emisiones.
  • Protección contra la evaporación del aceite: Usar 112 DOC o 115 MOA de BG para mantener el aceite en buen estado y evitar su evaporación, lo que prolonga la vida útil del motor y optimiza su rendimiento.
  • Limpieza del sistema de inyección: Aplicar limpiadores como el 208 44K o el 245 Premium de BG para garantizar una pulverización perfecta del inyector, lo que contribuye a una mezcla aire/combustible eficiente y a una combustión más completa, reduciendo las emisiones.
  • Sustitución regular del filtro de aire: Un filtro de aire limpio es esencial para que la mezcla aire/combustible sea óptima y las emisiones se mantengan dentro de los límites legales.
  • Refuerzo del sistema de inyección: Utilizar productos como el 2476 DFC para motores diésel o el 213 para motores de gasolina al menos 2 o 3 veces al año. Esto ayuda a mantener el sistema de inyección limpio y previene el aumento de las emisiones con el tiempo.