El renting de vehículos se está consolidando como una opción preferente para consumidores y empresas. Impulsado por la incertidumbre tecnológica y los cambiantes hábitos de consumo, el renting ha experimentado un significativo crecimiento. Según datos recientes de la Asociación Española de Renting de Vehículos, los primeros cuatro meses del año registraron un aumento del 15,65% en matriculaciones bajo esta modalidad, con un total de 113.897 unidades, representando el 28,39% del total de matriculaciones.
Este modelo de consumo flexible permite a los usuarios acceder a la última tecnología sin el compromiso a largo plazo de compra, ofreciendo una solución atractiva en un periodo marcado por rápidas transiciones tecnológicas, especialmente hacia vehículos más sostenibles como los eléctricos y los híbridos. El renting, por lo tanto, no solo responde a la demanda de flexibilidad, sino que también se alinea con la necesidad de adaptarse a la descarbonización de la movilidad.
La estructura del mercado de renting refleja una preferencia notable hacia vehículos utilitarios y comerciales, con los vehículos comerciales ligeros constituyendo más del 56% de las matriculaciones en renting. Los modelos más demandados incluyen el Renault Express, Nissan Qashqai y Volkswagen T-Roc, indicando una inclinación hacia modelos versátiles que sirven tanto para uso personal como profesional.
En términos de propulsión, aunque los vehículos de gasolina siguen siendo predominantes con el 32,69% de las matriculaciones, los vehículos diésel y los híbridos no enchufables también mantienen una presencia significativa. Es más, los vehículos electrificados están ganando terreno lentamente, aunque su adopción aún no alcanza los niveles esperados en comparación con otros mercados europeos.
Paralelamente, la tendencia hacia el renting podría estar influyendo en el envejecimiento del parque automovilístico nacional, que supera los 14 años de media. Este fenómeno no solo representa un desafío para los objetivos de descarbonización, sino que también refleja la reticencia de los consumidores a invertir en tecnologías emergentes.