Desde Aeca-ITV indican que estas restricciones afectaban principalmente a la comprobación del correcto estado del troquelado del bastidor y a la comprobación de la centralita electrónica del vehículo mediante el lector OBD (“On Board Diagnostics”), dos procesos para los que se requería el acceso al habitáculo interior del vehículo.
Por un lado, tal y como recuerdan desde la asociación de empresas de Inspección Técnica de Vehículos, el número de bastidor o VIN (“Vehicle Identification Number”) de un vehículo es una combinación única de 17 dígitos alfanuméricos que identifica los vehículos que se comercializan en Europa de forma exacta sin posibilidad de error.
En la inspección técnica de vehículos, mediante inspección visual del número de bastidor del vehículo, se comprueba: su existencia, su estado (ilegible, manipulación aparente, incompleto) y la coincidencia con el número que figura en la documentación.
Generalmente, y dependiendo de cada vehículo, suele ir ubicado en tres lugares: grabado en el salpicadero del vehículo y visible a través de la luna delantera, en la placa del fabricante y troquelado sobre el propio chasis del vehículo.
Por su parte, el OBD es un sistema que permite la conexión con un ordenador externo a la centralita electrónica del vehículo. La finalidad de la utilización de este sistema es la de comprobar la no existencia de errores o modificaciones no autorizadas en la centralita electrónica de control del vehículo.
Actualmente, en la inspección técnica de vehículos, mediante este sistema, se comprueba el sistema de emisiones de los vehículos con niveles Euro 5 (únicamente categorías M1 y N1), Euro 6 y Euro VI.