En algunas marcas y
modelos el efecto se nota poco porque los fabricantes han maniobrado
internamente para esquivar el efecto. En otros, las listas de espera se
prolongan por encima de los doce meses.
De este modo, el plazo medio de entrega de uno coche nuevo es de 23 semanas, unos cinco meses y medio, con una desviación media de 2,9 meses, según el comparador digital de precios de coches carwow, que consulta de forma regular a su red de concesionarios adscritos, que especifica que se dan casos extremos, tanto en un sentido como en otro.
"Por ejemplo, Mazda ofrece entrega inmediata en el SUV de pequeño tamaño CX-3, y Kia mantiene un plazo razonable de dos meses de espera para una amplia variedad de sus modelos".
En el caso opuesto, carwow sitúa a los vehículos de gama alta y aquellos que ofrecen más equipamiento opcional: "Mercedes-Benz tarda 12 meses en entregar un Clase A y Audi, 11 meses en algunos de sus modelos, especialmente eléctricos. Este tipo de coches están, en general, particularmente afectados por la producción limitada de baterías a nivel global".
Subida de precios generalizada
Entre las estrategias seguidas por algunas compañías están las de crear niveles de equipamiento nuevos, a los que incluso han denominado comercialmente con algún tipo de alusión a la capacidad de entrega rápida. Así, ofrecen al cliente cierta garantía de rapidez ofertando preferiblemente aquellos accesorios opcionales de los que son capaces de tener garantizado el suministro. En otros casos han eliminado temporalmente opciones de equipamiento.
Un efecto colateral de esta crisis es la subida de precios generalizada. Dado que el transporte y la manufactura son más costosos, por el mayor precio de la energía, las marcas han acabado repercutiendo en el precio final de su gama todos los costes adicionales.
En los últimos cinco años, la subida de precios de los coches nuevos ha sido generalizada y, en algunos casos, notable en comparación con el IPC, hasta situarse por encima del 35 % de incremento.