El caso es que el técnico que monitorizaba el comportamiento del coche autónomo se quedó helado cuando el vehículo se clavó por primera vez en un cruce. Los vehículos que circulaban detrás no entendían por qué estaba detenido el coche de delante en medio de la calzada. El técnico, que estaba sentado en el asiento de atrás para hacer un seguimiento del sistema informático —y no puede tocar el volante—, empezaba a ponerse nervioso e intentaba decir por gestos al resto de automovilistas que rodearan al vehículo robotizado.
Incluso un técnico tan experimentado como el youtuber J. J. Ricks, que cuelga los vídeos con sus trayectos para Waymo en su canal, se mostró sorprendido por la reacción del vehículo y respondió con algunas carcajadas mientras hablaba con la asistencia remota sin poder ni siquiera abrir la puerta para salir de la trampa.
Después de un primer parón en el que los algoritmos de la filial de Google estarían dándole vueltas a esas señales 'tan extrañas' como son los conos, el coche se movió pero intentó meterse en un carril cortado por lo que se volvió a bloquear, pero esta vez obstaculizando una carretera.
Los conos, "situación inusual"
Waymo calificó la señalización mediante conos de "situación inusual" que llevó al sistema a pedir información adicional al asistente humano remoto. Precisamente, la empresa de Google atribuye el parón a la "guía incorrecta" que dio el asistente de carne y hueso.
La parte positiva del incidente es que, según Waymo, el sistema "operó el vehículo de forma segura", una afirmación que seguro que no comparte el técnico atrapado en medio de la carretera con el tráfico de vehículos esquivándolo.
Es otro ejemplo de los problemas que afronta la extensión de la conducción autónoma y que ha llevado a enfriar las expectativas a corto plazo ya sea por razones técnicas o legales. La coincidencia con la actual crisis provocada por la pandemia retrasará todavía más la implantación de los coches robotizados y limitará su uso a entornos controlados como algunos tramos de autopista o vías urbanas seguras y sin demasiada complejidad en el tráfico real.
Quizá por eso los gigantes del VTC como Uber o Lyft han vendido su negocio de los robotaxis antes de que sea demasiado tarde debido a las fuertes inversiones que requiere.