El cambio responde al objetivo de "ajustar la fiscalidad del transporte por carretera al uso real del vehículo", según consta en el documento divulgado por el Ejecutivo. La modificación que se ha fijado como eje en la hoja de ruta tendrá en cuenta la "totalidad de impactos negativos generados" y pretende lograr una "mayor coherencia entre el tipo de vehículo adquirido y las necesidades del servicio".
El nuevo impuesto por uso real del vehículo sustituirá las figuras fiscales actuales, que incluyen las tasas que se aplican en la compra, circulación y los combustibles. En su lugar, se quiere poner en marcha un impuesto sobre el uso medido real del vehículo teniendo en cuenta el peso, la potencia, y las emisiones contaminantes.
El Gobierno no da más detalles de esta reforma fiscal que podría sustituir impuestos como el de matriculación, el de circulación o incluso el IVA por otro basado en su uso e impacto en el medio ambiente. La reforma fiscal va en línea con la propuesta que habían hecho los fabricantes automovilísticos a través de Anfac para gravar los vehículos por su uso y no con diferentes gravámenes por el mero hecho de su matriculación o por poder circular por un municipio aunque el coche está parado. Con este cambio, pagarían más los coches más contaminantes, que registren más desplazamientos y los de mayor tamaño y peso.
Combustibles fósiles más caros
La reforma fiscal que planea el Gobierno sobre la movilidad también incluye que la gasolina y el diésel puedan vivir unos últimos años de vida con unos precios bastante más caros que en la actualidad. El Gobierno se ha marcado como objetivo en el plan España 2050 lograr una vieja asignatura pendiente que consiste en subir los impuestos sobre los carburantes hasta situarlos a los niveles de los países europeos vecinos. Si se aplicara ahora ese incremento, la gasolina se encarecería un 13%.
La nueva fiscalidad verde sería una de las 'patas' de una estrategia intersectorial que facilite la creación del ecosistema que requiere el automóvil eléctrico, fomentando su fabricación en España e impulsando la producción, reutilización y reciclaje de baterías; además de incrementar los puntos de recarga rápidos e incentivar la compra de estos coches.
Cambios en la movilidad del futuro
En 2050, según el plan, habrá menos vehículos privados y más vehículos compartidos en las carreteras españolas, así como más bicicletas y más transporte público. "La movilidad se verá transformada por la difusión del automóvil eléctrico, que será cada vez más económico y competitivo y que constituirá el grueso del parque móvil español a mediados de siglo", indica el Gobierno.
Asimismo, la llegada del vehículo autónomo incentivará esta tendencia, ayudando a reducir tanto las emisiones como el tráfico y liberando espacio público en las ciudades. "Será relevante adaptar la fiscalidad a la nueva realidad del transporte para corregir sus externalidades negativas y establecer señales inequívocas que garanticen su descarbonización a largo plazo", recoge el texto, que asegura que el camión seguirá teniendo un rol "predominante" en el transporte terrestre de mercancías, al menos a corto plazo, dadas las ventajas que aún presenta frente al ferrocarril, que irá ganando competitividad.
En cuanto a la movilidad urbana y metropolitana, el Gobierno pone el foco en hacerla más sostenible e inclusiva, por lo que será necesario potenciar una Ley de Movilidad que desarrolle planes de movilidad urbana sostenible que consideren como ejes transversales la salud, la perspectiva de género y de edad, la mitigación y la adaptación al cambio climático o la educación y la concienciación, con el fin de impulsar cambios de comportamiento en lo relativo a la movilidad.
También se implantarán zonas de bajas emisiones en los centros de las ciudades y peajes urbanos con el objetivo de reducir la contaminación del aire y la contaminación acústica, así como la siniestralidad vial.
La optimización de la logística de reparto en el ámbito urbano podría llevarse a cabo estableciendo un marco normativo y de incentivos que promueva el uso de vehículos bajos en emisiones o creando ordenanzas sobre espacio mínimo de almacén y evitando actividades de reparto durante las horas de mayor congestión del tráfico.
Fomentar el uso del transporte público, mejorando la eficiencia en rutas y frecuencias mediante técnicas de inteligencia artificial o fomentar la movilidad activa con carriles bici también son otras de las iniciativas a llevar a cabo para la descarbonización de las ciudades.