Por eso, los fabricantes de vehículos trabajan en otras alternativas que esquiven estos escollos. Esta es, por ejemplo, la línea de investigación del fabricante de modelos exclusivos Karma, marca fundada en 2014 en California (EE. UU.) que compró con capital chino a la ya extinta Fisker, y que actualmente explora soluciones diferentes para aplicarlas a la pila de combustible.
De este modo, su investigación se centra en un nuevo sistema que obtiene a partir de metanol (CH4O), el hidrógeno necesario para crear electricidad con la que alimentar el motor. Y es que, usando el metanol como vector del hidrógeno se obtienen múltiples beneficios, ya que su fabricación, al ser un alcohol simple y un combustible básico, resulta muy sencilla. Con la ventaja añadida de que su procesamiento puede hacerse mediante fuentes de energía renovables, con lo cual su huella de carbono resulta neutral.
Otro argumento a su favor es que su transporte, almacenamiento y distribución es similar al de la gasolina, con el ahorro que ello supondría en cuanto a nuevas infraestructuras. Resulta además menos arriesgado de manipular que el hidrógeno.
Para desarrollar su proyecto, Karma, que recurre en sus coches a sistemas de propulsión híbridos, se ha asociado con la empresa Blue World Technologies, especializada en pilas de combustible, para experimentar la aplicación de nuevas fuentes de energía en el automóvil.
“Estamos invirtiendo en este tipo de tecnologías de propulsión para preparar un mundo libre de emisiones. Contemplamos varias soluciones de motores electrificados de autonomía extendida, que incluyen pilas de combustible de hidrógeno, etanol y metanol como sistema de propulsión”, declaró en la presentación del proyecto Lance Zhou, consejero delegado de Karma.
Los beneficios del metanol
La principal aportación del metanol sería el poco o nulo impacto medioambiental en su obtención. En su origen y desde el siglo XVII se obtuvo por destilación de astillas de madera. Más tarde, en la era industrial, se comenzó a extraer mediante la combustión de hidrocarburos (petróleo, gas o carbón) en presencia de agua.
En la actualidad, el metanol se obtiene en grandes reactores industriales utilizando altas presiones y a partir del dióxido de carbono (CO2), que es el principal responsable del calentamiento global. Pero en 2019 el laboratorio de electroquímica molecular de la Universidad de París consiguió sintetizar metanol de una forma mucho más sencilla. Lo logró a partir de CO2, agua y electricidad (que puede provenir de fuentes renovables), y utilizando un elemento catalizador de muy bajo coste (ftalocianina de cobalto) con unos resultados prometedores para su producción a gran escala.
De hecho, el metanol ya se utiliza de forma corriente en la industria como disolvente para pinturas o barnices y anticongelantes. También como combustible para automóviles en sustitución del bioetanol, extraído de los vegetales y cuya producción ha demostrado en general un impacto negativo sobre el medio ambiente.
El nuevo procedimiento, que ya ha sido patentado, utilizaría el CO2 capturado en las plantas industriales como materia prima para fabricar metanol a gran escala mediante energías renovables. Esto lo convertiría en un nuevo combustible para alimentar a las nuevas mecánicas híbridas electrificadas.
Ahora, en el caso de las investigaciones que Karma , todo el problema se centra en equilibrar el todavía exagerado gasto energético de la compleja cadena catalítica: convertir CO2 en metanol y luego este en hidrógeno, para, a su vez, alimentar la pila de combustible y que esta libere agua y electricidad en el vehículo.