Y es que el Covid-19 ha causado una interrupción del flujo de entrada de vehículos nuevos al parque móvil, que el mercado independiente potencialmente podría sufrir alrededor de 2025.Según la consultora, frente al impacto del coronavirus en el mundo, en lugar de esperar una recuperación en forma de V, la mayoría de los analistas ahora aceptan una recuperación más lenta y en etapas.
No obstante, y en una posición más optimista, la crisis también podría traer algunos aspectos positivos en la demanda en el mercado de posventa. McKinsey prevé que el aumento del uso del vehículo privado en detrimento del transporte público se mantenga en el tiempo, lo que sumado a unos precios de los combustibles que continúan a la baja, impactará positivamente en el aftermarket.
Como también, aseguran, es probable que la edad media del parque de vehículos aumente a medida que las presiones económicas obliguen a los consumidores a posponer la compra de un coche nuevo. Esta tendencia se observó durante la crisis financiera de 2007 a 2009 y si este patrón se repite durante la crisis del Covid-19, “el aumento de vehículos más viejos podría suponer un aumento de las reparaciones”.
La estructura de mercado podría transformarse
Pero más allá de los niveles de demanda, la consultora asegura en su informe que la estructura fundamental de la industria del mercado de posventa probablemente se transformará a corto y medio plazo. McKinsey afirma que el Covid-19 ha causado, por un lado, una interrupción del flujo de entrada de vehículos nuevos al parque móvil, que el mercado independiente potencialmente podría sufrir alrededor de 2025 por la drástica reducción de las ventas de vehículos nuevos, que supondrá una menor demanda de reparaciones a los cinco años, “un momento en que las reparaciones frecuentemente son a menudo más necesarias”.
Por otro lado, habría cambios en la cadena de suministro si los distribuidores y minoristas optan por cambiar sus proveedores ubicados en localizaciones lejanas por otras más cercanas, “asegurando un mejor nivel de servicio con menos interrupciones”.
Además, el informe prevé un aumento del uso del comercio electrónico y las compras online en el sector, mayor uso del vehículo privado y, por ende, mayor kilometraje, así como un incremento de la automatización de los procesos en los centros de distribución y almacenes ante posibles bajas en la mano de obra, permitiendo un mayor distanciamiento físico entre los operarios, reduciendo igualmente el riesgo de nuevas infecciones. Pero no sólo, McKinsey asegura que el impacto del coronavirus también contribuirá a acelerar los procesos de concentración en el mercado por el cierre de y adquisiciones de negocios.
Cambios para el futuro
“Es probable que Estados Unidos y Europa tarden algún tiempo en volver a los niveles de 2019”, dicen desde la consultora: “Para sobrevivir y emerger con más fuerza, los actores del mercado de posventa deben adaptarse a la siguiente normalidad con cambios drásticos, también estructurales. La mayoría los deberá tomar cada empresa en función de su situación y necesidades. Pero hay algunas medidas comunes en las que todos deberían trabajar”.
El informe se refiere a la venta online y el cambio de comportamiento del cliente, a la revisión de la estrategia de implantación geográfica de las empresas “pasar a la producción multiplanta o multirregional para reducir riesgos y estudiar de la robótica o cobótica para maximizar el distanciamiento físico”, explican.
Y en la misma línea, revisar y optimizar su estrategia de aprovisionamiento, por ejemplo, diversificando sus proveedores y que a su vez geográficamente estén ubicados más cerca y en diferentes localizaciones. Sin olvidar que las compañías más robustas están ante una oportunidad de adquirir aquellas que pasen por dificultades.
“Las empresas que reconocen que el camino hacia la recuperación requerirá un enfoque muy diferente de las crisis anteriores, y no sólo sobrevivirán sino que también prosperarán, especialmente si comienzan su planificación a largo plazo ahora”, concluye el informe.