Como automovilistas y profesionales responsables, hemos de ser conscientes de que los faros se desgastan y arañan debido a los pequeños impactos y el deterioro general al que se ven sometidos durante la conducción. Además, la exposición a la intemperie deteriora su protección ultravioleta (UV) confiriéndoles un tono amarillento que compromete la calidad de la iluminación y que llega a reducir hasta un 40% la visibilidad por la noche, recuerdan los expertos en iluminación de Philips. Por eso, no es de extrañar que la ITV dedique un apartado específico a comprobar el estado en que se encuentran los grupos ópticos de nuestros automóviles y su efecto en la calidad de la luz emitida.
Por ello el Manual de Procedimiento de Inspección de Estaciones de ITV contempla que los vehículos turismos y comerciales ligeros (categorías M y N, respectivamente) que se sometan a la inspección deberán contar con dos o cuatro luces de carretera (hasta 6 en vehículos de la categoría N3; vehículos de mercancías de más de 12 toneladas), y dos luces de cruce, que obligatoriamente habrán de emitir luz blanca. Durante la inspección, entre otros aspectos, el técnico comprobará, además de la calidad de la luz emitida, si el estado de los dispositivos es correcto o defectuoso, si dicho estado afecta a su función, o existe riesgo de desprendimiento. Así, y dependiendo del grado de mantenimiento de los faros, el técnico de la ITV podría calificar su estado como defecto leve -o incluso defecto grave-, mientras que un color no reglamentario en la luz emitida automáticamente merecerá la calificación de defecto grave.