De este modo, si bien el 62% de las matriculaciones de eléctricos se registran en este canal, lo que demuestra que existe un interés por esta tecnología eficiente, lo cierto es que la empresas no consiguen despejar la ecuación coste/uso, según recoge el último estudio del Observatorio del Vehículo de Empresa (CVO) promovido por Arval.
De ahí, que sólo el 16% de las compañías tenga intención de sumar estos coches a su flota en 2020, frente al 25% del año pasado. Así, el estudio —realizado entre casi 4.000 gestores de flotas de pymes y grandes empresas de trece países— muestra cómo, aunque la movilidad eléctrica y fórmulas como el carsharing han ganado popularidad, todavía necesitan recorrido para ser una solución consolidada en el mundo corporativo.
Menos enchufables en flotas
Y es que más allá de las barreras tradicionales relacionadas con los puntos de recarga, la autonomía o el alto precio de compra, el CVO recoge cómo el posicionamiento actual de impulso a las energías alternativas, no refleja la opinión de la empresa en cómo hacerlo más eficiente ante la falta de una estrategia continuada de impulso al eléctrico.Las dudas generadas en torno a la continuidad del Plan Movea, que estará en vigor hasta mediados de octubre, ponen de manifiesto que la empresa no entiende de incentivos puntuales para dar el salto a otra energía. Esta circunstancia explica que las compañías españolas con enchufables en su flota se hayan reducido de un 10% a un 6% en el último año.
Por otro lado, los planes de movilidad de las ciudades no contemplan un análisis certero de los desplazamientos corporativos, lo que frena las inversiones a corto plazo, sobre todo en la gran empresa. Esto explica que si bien entre las pymes la intención de uso en los próximos tres años suba del 18% al 22% en el último año, entre las grandes sufra un retroceso de nueve puntos, al pasar del 43% al 34% en idéntico periodo.
Una flota instalada en el diésel
Si atendemos al tamaño de la empresa, las grandes corporaciones —más concienciadas con la RSC— se han visto ligeramente más influidas que las pequeñas. Así, el 32% de las compañías de mayor flota, frente al 21% de las pymes, reconoce haberse planteado dejar de lado el diésel a la hora de renovar sus coches corporativos.Entre las alternativas limpias, la balanza se inclina claramente hacia la tecnología híbrida, lo que explica que haya ganado peso en el último año, al pasar de un 23% a un 37% el porcentaje de grandes compañías que ya suman estos vehículos a su flota.
El renting se hace hueco entre las pymes
Por otro lado, el CVO pone de manifiesto cómo si bien el renting sigue siendo terreno conquistado entre las grandes empresas —donde tiene una representación del 70%— poco a poco consigue un hueco entre las pymes que, aunque arraigadas a la compra directa, se acercan a la fórmula del 'todo incluido'.Así, el 21% de las pymes —frente al 20% del año pasado— se decantan por el alquiler a largo plazo, lo que supone que las estrategias de acercamiento de los operadores de movilidad dan sus resultados. En los últimos tres años la representación de la pequeña empresa en el renting creció nueve puntos porcentuales.
Otra de las conclusiones que revela el CVO es el freno en la tendencia de la conducción compartida entre las empresas. De esta forma, sólo el 17% de las compañías, frente al 27% del año pasado, considera el casharing como solución de movilidad, lo que evidencia que todavía no han interiorizado lo suficiente la denominada economía colaborativa en su modelo de negocio.