Rodar con unos neumáticos a más presión de la recomendada por el fabricante del vehículo representa un riesgo para la seguridad vial porque aumenta la distancia de frenada. Incrementar la presión de los neumáticos por encima de los niveles recomendados para reducir artificialmente el consumo de combustible y emisiones tiene importantes efectos sobre la seguridad al volante. Circular con una presión superior a la adecuada reduce la superficie de contacto afectando negativamente a la adherencia del vehículo.
Como consecuencia, aumenta la distancia de frenada y con ella el riesgo de colisión en caso de frenada de emergencia. Adicionalmente suele tratarse de accidentes más graves porque los impactos se producen a más velocidad. Asimismo, unos neumáticos con más aire del necesario duran menos porque se desgastan rápidamente por el centro.
En este contexto, la Comisión de Fabricantes de Neumáticos recuerda que el control y cuidado periódico de la presión de los neumáticos es una operación muy sencilla al alcance de todos los automovilistas. También que llevar la presión recomendada por el fabricante del vehículo no sólo optimiza el consumo de combustible y las emisiones, minimizando el impacto medioambiental, sino que aporta seguridad en la carretera dado que el neumático responderá adecuadamente y el conductor podrá controlar más eficazmente el vehículo en circunstancias imprevistas.